En cualquier arte marcial o estilo de combate, la distancia
correspondiente debe ser la de alcance del arma que se ha de usar, por ejemplo
en boxeo es el alcance del puño y en esgrima el alcance de la espada; en lucha
y judo prácticamente no hay distancia entre los contendientes puesto que hay
que atrapar al compañero para derribarlo. Sin embargo en la defensa personal se
debe conservar una distancia prudente de la persona que represente un peligro,
prácticamente se recomienda una distancia superior a los seis metros y medio,
así si este decide atacar habrá tiempo suficiente para responder adecuadamente.
En Aikido la distancia recomendada es la de los brazos
estirados al frente al alcance del agarre del compañero. Los brazos estirados
representa el espacio máximo de la esfera vital de una persona, el punto mínimo
en que se le permite a un contrincante acercase, el contacto de las esferas
vitales de cada cual, desde ahí se le ha de permitir ingresar o no a la esfera
vital al compañero: La proyección es una negativa a dejarlo pasar, la
inmovilización es invitarlo a entrar en ella.
Tomar distancia con
respecto a un problema, permitir observarlo con una mirada objetiva, no tomarlo
de forma personal y ver con claridad sus puntos, que cosas nos favorece y que
nos perjudica, son claves para hacerle frente, tal como en Aikido, observamos
la postura y forma de moverse de uke nos permite tomar la decisión de hacia
dónde salir y cómo hacer contacto con él. Eso solo es posible cuando se toma
una distancia segura, sin prejuicios, sin anticipar, solo dejar que pase lo que
ha de pasar viviendo plenamente el momento.
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