La dignidad que
transmites estimula a los demás a dispensarte un trato digno.
— Barbara
Berckhan
He considerado que el Aikido es un arte marcial de
contrastes y paradojas, puesto que mientras enseña a hacer una caída suave y
segura, esta solo es posible si la postura es firme y equilibrada, puesto que, si el
uke que no tiene una buena postura al momento de hacer su ataque, es posible
que su caída sea aparatosa y poco elegante. El autocontrol que debe mostrar el
aikidoka en la ejecución de la técnica se observa principalmente en la postura
firme, vertical, elegante sin importar el rol que cumple, bien sea tori o uke
su postura refleja la dignidad y entereza de su personalidad.
La postura en Aikido refleja dignidad y es como un escudo
protector, porque es una guardia que amplia al máximo el espacio vital del
aikidoka, al asumir la postura triangular, un pie adelante con la pierna
doblada y la pierna atrasada extendida, extendiendo los brazos adelante como si
sostuviera la espada katana, la espalda erguida y el centro de gravedad
centrado sobre el pie de apoyo, la mirada adelante sobre su compañero y sin
gestos nerviosos. En esta postura no hay tensión innecesaria, solo el tono
muscular relajado y suficiente para mantener la atención sobre los sucesos que
puedan venir.
Por supuesto, la postura centrada, equilibrada del
aikidoka no solo se observa en la guardia de “combate”, sino en su postura
relajada natural de cada momento tanto dentro como fuera del tatami, cuando
está sentado en una silla o en seiza, al caminar o ejecutar una técnica, al
hacer las venias y al conversar, puesto que es una postura natural donde el
peso del cuerpo descansa relajadamente sobre las plantas de los pies
manteniendo el centro de equilibrio enraizado y en contacto con el piso,
permitiendo el flujo de la respiración profunda y serena favoreciendo el mantenimiento de un estado de ánimo sereno y calmado.
Esfera vital del Aikidoka |
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