viernes, 27 de agosto de 2010

PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN


SER FLEXIBLE
RESPETAR AL SER HUMANO CON EL CUAL NOS COMUNICAMOS
SABER QUE NO SOMOS DUEÑOS DE LA VERDAD NO JUZGAR, NI COMPARAR, NI MENOSPRECIAR
BUSCAR NUEVOS CAMINOS DE COMUNICACIÓN
COMPARTIR EXPERIENCIAS
TOMAR CONCIENCIA DE QUE NO LO SABEMOS TODO
SABER RETIFICAR CUANDO COMETEMOS UN ERROR
APRENDER DE LAS EQUIVOCACIONES Y SEGUIR ADELANTE

PRINCIPIOS DE LA COMUNICACIÓN

ES IMPOSIBLE NO COMUNICAR
COMUNICARSE ADECUADAMENTE MEJORA LA CALIDAD DE VIDA
APRENDER A CONOCERSE A SI MISMO ES LA MEJOR MANERA DE CONOCER A LOS DEMÁS
PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO ES UNA VÍA UTIL PARA COMPRENDERLO
ESCUCHAR ES UNA DE LAS MEJORES MANERAS DE COMUNICARSE
ELIMINAR EL PREJUICIO Y LA PARCIALIDAD
ES MEJOR CALLAR CUANDO NO SE TIENE ALGO AGRADABLE QUE DECIR
ELOGIAR ES TENER PODER COMUNICATIVO Y ENERGÍA INTERCAMBIABLE
HACER SENTIR IMPORTANTE A LOS DEMÁS ES VALORARLOS JUSTAMENTE
PENSAR POSITIVO ES LA RAZÓN DEL ÉXITO EN LA COMUNICACIÓN
DEMOSTRAR SINCERO INTERÉS POR LAS PERSONAS AYUDA A QUE SE SIENTAN SEGURAS Y LLENAS DE EXPECTATIVAS
TENER GENUINO SENTIDO DEL HUMOR DESARROLLA EMOCIONES POSITIVAS Y RELAJA LA COMUNICACIÓN

Jazmín Sambrano Super Aprendizaje Transpersonal

miércoles, 4 de agosto de 2010

LA PRÁCTICA DEL AIKIDO COMO FOMENTO DE PAZ.

Introducción

¿Qué es Aikido? El Aikido es un arte marcial japonés fundado por Osensei Morihei Ueshiba (1883-1969), donde combina su profundo conocimiento espiritual con la técnica marcial. La palabra Aikido significa: "La vía de la armonía espiritual", por eso el Aikido trasciende las artes marciales duras (de confrontación, golpes y destrucción) y suaves (de ceder para vencer) para ser un arte marcial de armonía consigo mismo, el prójimo y la naturaleza. Su técnica consiste en unir la energía que el contrincante utiliza en su ataque con la energía del aikidoka con movimientos circulares del cuerpo, con la intención de neutralizar el ataque o proyectar lejos al agresor. El Aikido integra en el entrenamiento los aspectos físicos, mentales y emocionales del estudiante, desarrollando su autoconfianza y su capacidad de reaccionar instantáneamente frente a cualquier situación. Beneficios de la práctica del Aikido El Aikido brinda beneficios a nivel personal en los aspectos físicos, mental y espiritual, tanto como a nivel social. A nivel personal el practicante va desarrollando una postura estable y una respiración libre a medida que se libera poco a poco de los bloqueos inscritos en el cuerpo y espíritu, al tiempo que se ejercita los músculos y articulaciones adquiriendo flexibilidad, coordinación, resistencia y reacción. También desarrolla la atención, la concentración y la memoria. Además, permite canalizar de forma positiva toda su energía agresiva. A nivel social el Aikido ofrece la posibilidad de resolver diferentes situaciones sin la necesidad de imponerse al otro, sino con la colaboración y cooperación buscando vías en la unión de esfuerzos, permitiendo que las situaciones conflictivas sean provechosas para el crecimiento de los grupos.

¿porqué practicarlo?
En tiempos en que todas las personas esperan superar la violencia que vive el país, se hace necesario plantear proyectos que permitan a los jóvenes canalizar la agresividad que tienen en su espíritu emprendedor, agresividad que no se puede dejar de lado ni ignorar, porque precisamente es la falta de la oportunidad de darle una salida adecuada la que genera su manifestación violenta y destructiva que tanta desgracia ha dejado en nuestro entorno. Una de esas posibilidades de canalizar la agresividad es el Aikido (arte marcial de la armonía), donde se combinan el juego, la recreación y la disciplina de un arte que pone en el cuerpo toda la manifestación del ser humano como tal.

Dentro de la idea que tiene el común de la gente sobre las artes marciales es que son violentas y agresivas; que invitan a golpear y destruir al otro. Pero nada más lejano de la verdad, puesto que la práctica del Aikido conlleva una salida a la agresividad propia del ser humano de una manera saludable, al encontrar una manera de expresarla directamente, pero canalizada y simbolizada a través del dialogo de los cuerpos, que se mueven al ritmo de un combate convenido entre los contrincantes. Las razones para considerar que la práctica del Aikido como una herramienta poderosa para fomentar la paz entre los personas que quieren dejar la violencia es el derecho que tiene el ser humano a sentir rabia, tristeza, miedo, indignación entre tantos otros sentimientos considerados negativos que lamentablemente no tienen la posibilidad de expresarlos porque temen dañar al otro o ser calificados de débiles o cobardes. Esto nos lleva a tener en nuestro interior un cúmulo de sentimientos inexpresados que en cualquier momento explota en un ataque violento contra quienes tenemos a nuestro lado, causando mucho más daño que el supuesto evitado cuando nos tragamos el sentimiento, y lo peor es que desconocemos el porqué de la fuerza y la razón de tal ataque. Otra buena razón es la necesidad de formalizar y mejorar la expresión corporal por medio de la relajación física que se alcanza con el trabajo corporal del Aikido. Por ejemplo, se dice que el dialogo es la mejor manera para canalizar y dar salida a los conflictos personales y sociales, pero el dialogo no sólo está compuesto de palabras, sino además de gestos, de la expresión corporal que acompaña el hablar: El movimiento de las manos, las facciones del rostro, la tensión de los músculos, etc. que expresan más de lo que las palabras dicen. Pero aún estos gestos están viciados por el temor aprendido, el estrés y la forma particular de ser de cada cual, lo que lleva a tener interpretaciones erróneas de lo que se dice. Además que solemos escuchar lo que nos conviene, lo que suponemos que dice e interpretamos desde nuestra visión, lo que hace del dialogo intelectual más bien un obstáculo para la adecuada comunicación entre las personas. Sin embargo, si hacemos del cuerpo un canal de expresión natural podríamos facilitar la comunicación. Para que esto sea posible, es necesario que el cuerpo se acostumbre a estar relajado. Situación que se logra cuando la persona tiene una constante observación consciente de su propiocepción, o sea es capaz de sentir sus músculos y saber su estado de tensión o relajación en cada momento. Precisamente esto es algo que enseña a hacer la práctica del Aikido, por lo que el artista marcial suele ser una persona más calmada y pacifica que el común de las gentes.

Se podría pensar que el deporte como tal cumple también con la función de mejorar la actitud corporal del ser humano. Esto no lo podemos negar, pues el Aikido no deja de ser un deporte para la vista de las personas que sólo la ven desde afuera, desde donde se ve solamente como un ejercicio físico que mejora la destreza, la fuerza, la resistencia, etc., pero el Aikido, además del trabajo físico, encarna toda una filosofía que considera al cuerpo como el ser mismo: no hay persona sin cuerpo, sin la estructura material que sustenta su existencia. Y es a través de él que el sujeto habla, se expresa, se presenta como ser inmerso en la sociedad y en la cultura que le toco vivir por estar ahí en carne viva. De esta manera, el Aikido pasa a ser la expresión misma de la persona que lo practica, su ética y su estética, su estilo de vida, por lo tanto es algo que no se puede llevar a la competencia y la rivalidad entre distintos practicantes, pues no se puede ser uno mismo sino en relación a sí mismo y no en comparación con otros —Ni siquiera puedo ser mejor que mi mismo porque soy en todo momento independiente de lo que fui o seré, sin embargo no puedo negar lo que fui y seré por lo que soy. Desvirtuar lo que fui, lo que soy y lo que seré, sería desvirtuarme como ser que existe—. Por lo tanto el Aikido me reconoce como ente en tanto que lo práctico y me expreso por él. Es por esto que el Aikido no tiene un fin para ser practicado y se debe practicar para el resto de la vida.

Todo lo descrito hasta el momento da pie para pensar que la práctica del Aikido debe ser orientada como una actividad formativa, lúdica y recreativa, donde su práctica debe ser la realización de la práctica en sí misma, desalineada y creativa, mediante la cual el ser humano realiza su propia esencia humana. Debe ser desarticulada de propósitos egoístas y competitivos donde se vanagloria al más fuerte, hábil o inteligente, sino un espacio donde se comparte el interés por la técnica y se aprovecha el conocimiento del otro para articular propuestas de convivencia, de encuentro, de expresión. Pero sobre todo, el Aikido, tanto como el juego en los niños, no tiene un ideal para alcanzar, pero en la medida que se realiza la personalidad del sujeto se afianza, se desarrolla, se crea, se aprende a respetar al otro en la medida que se respeta a sí mismo. En este aspecto, también se desliga al Aikido del misticismo que algunos le dan al considerarlo como una práctica espiritual, puesto que el juego no es una religión, sin que por eso deje de ser una práctica que transmite valores positivos de convivencia. El Aikido no tiene límites de edad, persona o condición social para ser practicado, sólo se hace necesario reconocer su valor estético y ético, y sobre todo reconocer nuestros propios límites para realizar ciertos ejercicios que exige la práctica, así como aceptar el ritmo propio de aprendizaje e incorporación de la técnica, puesto que es nuestra propia naturaleza la que expresamos a través de ella y no lo que se nos impone desde afuera, sin desconocer por ello la interdependencia con el medio . En definitiva debe entenderse como la fluidez de nuestras energías con el otro, el medio y nuestro interior. Y en la medida que se acepta y se reconoce esta interdependencia es posible reconocer cual es nuestra libertad y cual el límite hasta donde podemos llegar en el contacto con el otro.


AIKIDO UNA BELLA DANZA DE ARMONÍA Y OPORTUNIDAD

Siempre me he cuestionado como se lleva la experiencia del Aikido a otras esferas de la vida. Cómo en nuestras relaciones sociales, personales, de negocios se puede poner en práctica los principios del Aikido sin estar presente la idea de confrontación que tiene éste arte debido al asunto de estar catalogado como arte marcial mientras que al tiempo decimos que es un estilo de vida, o sea impregna todos los asuntos que en que se involucra el aikidoka comprometido a fondo con el arte. Y la clave la descubrí leyendo un libro que aparentemente no tiene que ver con Aikido, “Poder sin Límites, la nueva ciencia del desarrollo personal” de Anthony Robbins. Es un libro que enseña a redefinir nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás a través de una comunicación más armónica donde las estrategias del Aikido se ponen en juego: sensibilidad, contacto, flexibilidad, fluidez, armonía y precisión. Las primeras redefiniciones de Robbins son sobre el poder y la calidad de vida en las relaciones humanas. Pues este señor mira el poder como la capacidad de pasar a la acción, generar lo que uno desea y crear valores que interesen a otras personas; y la calidad de vida como calidad de comunicación clara y efectiva que seduce y arrastra a otros a actuar acorde con intereses comunes. Así, en Aikido el poder se ejerce en tanto que acción centrada en un punto. Normalmente tori saca de balance a uke, y este trabaja en la dirección de recuperar su equilibrio, bien sea por la vía de la contra técnica o la contra caída, es decir, bien elija luchar o huir (respuestas esperadas en cualesquier situación de peligro), todo el juego se hace en un ininterrumpido flujo de ki entre el uke y el tori donde no hay dominio de uno sobre el otro sino un intercambio de intereses donde ambos salen ganando, ambos salen ilesos como mínimo. Aquí vemos como este juego exige del Aikidoka gran flexibilidad para acomodarse a cada instante a una nueva situación, ese es el poder de acción sin dejarse estancar por los obstáculos que se presenten.

La calidad de vida realmente depende de las valoraciones que hacemos de lo que nos acontece, del cómo interpretamos y comunicamos determinada situación. He ahí el poder de la comunicación, en el como contactamos con el otro, con el entorno y con nosotros mismos. El contacto es la comunicación en el Aikido, y el como comunicamos es lo que posibilita el flujo de la acción: de ese contacto depende el éxito de la técnica y el buen término de la contra caída. Una buena comunicación entre tori y uke permite la fluidez de la técnica como el buen desempeño de las negociaciones con el otro. Debemos entonces, entender como es ese contacto para que la transacción sea exitosa, tanto para tori como para uke, así como para el vendedor y el comprador. En Aikido el contacto es de centro a centro, esto es meterse en la “fisiología” del otro, en armonizar con los patrones de respiración, postura, gesto, tono de voz del interlocutor; este juego de empatía favorece el encuentro y, en la ejecución de una técnica, se observa y siente cuando el movimiento fluye sin obstáculos ni tropiezos como una danza. Si se comprende realmente los puntos de vista del interlocutor con gran sensibilidad a la creación de resistencia para hallar los puntos de acuerdo y desacuerdo y redirigir la discusión en la dirección deseada. Eso es el Aikido verbal, donde con palabras como “aprecio… respeto… admito…” se recibe la opinión del compañero y luego sin utilizar conjugaciones de oposición como “pero… sin embargo…” se introduce nuestra opinión buscando puntos de acuerdo, haciendo sentir al otro escuchado y respetado. Además si se modela su “fisiología”, si se contacta su espíritu se sentirá en con nosotros y la negociación será exitosa. Es por eso que el agua es el elemento del Aikido, el agua no discrepa con los obstáculos que encuentra al paso, simplemente los bordea o llena la represa hasta el borde y se derrama, también cuando está en reposo y calmada refleja con gran nitidez todo cuanto se asoma a ella. El espíritu del aikidoka debe ser igual al agua, fluido y claro. Una de las más grandes lecciones del Aikido para la vida cotidiana es la flexibilidad con la cual el Aikidoka no pretende superar la fuerza del compañero sino, más bien, replegarse sobre ella y redirigirla. 

Aunque normalmente las personas funcionan con patrones de conducta determinados y difícilmente salen de ellos cuando los desconocen. Ellos aparentemente facilitan la interacción y hacen perezosos al sujeto de buscar nuevos y mejores comportamientos que enriquezcan su vida. Esos patrones de comportamiento son los obstáculos más difíciles de superar, pues implican una lucha interna contra sí mismo y el hecho de abandonar viejos hábitos de acción significa bajar las defensas motadas para enfrentar la vida. Es pues algo que a la larga se ha hecho rígido y difícil de desmotar. Pero si comprendemos que la vida es continua mutación, que la vida es impermanente, por lo tanto es necesario adaptarse al cambio, corregir nuestros patrones de vida y modificarlos hacia un fin deseado. Después de todo, cada problema muestra que hay otras alternativas, otros caminos, otras metas que podríamos alcanzar. Así en Aikido además de la técnica básica, se estudia la contra técnica, el encadenamiento de técnicas, la variación de la técnica y un sin número de posibilidades de aplicar lo aprendido en clase donde la flexibilidad hace gracia de su virtud. 

Tener un mecanismo de defensa único ante las dificultades que se nos presenta las circunstancias es lo que realmente estanca el flujo de ki, impide llegar a acuerdos con alguien que difiere de nuestra opinión y nos deja solos en el camino de la vida. Trasmutar nuestro comportamiento, ponerse en la “fisiología” del otro y tener claridad de mis objetivos son una mejor estrategia para negociar asuntos que nos conciernen a dos o más personas. En Aikido tanto tori como uke deben tener claridad de cómo es una técnica y hacia donde se dirige, esto le da precisión al movimiento y fluidez al encuentro entre los compañeros. Además cada técnica tiene su sintaxis, su orden, cada acto es encadenado en un orden preciso pero no estricto. La exactitud en la sintaxis de la técnica permite la perfecta ejecución, eso es la técnica básica, no importa luego cual sea el ataque si se fluye hacia la sintaxis necesaria para una técnica particular, una vez allí sale sola. Es lo mismo en las relaciones sociales y en el espíritu creador. Hay que descubrir su sintaxis para encaminarlo hacia el propósito deseado.

Aikido es pues una enorme lucha contra sí mismo al igual que en la vida cotidiana. Y uno de los mayores obstáculos a superar es la vanidad. Cuando alguien a asimilado una técnica, cree dominarla con eficacia en cualesquier circunstancia y deja de entrenarla. Alcanzar una meta debe ser un trampolín hacia una meta más elevada. Este obstáculo impide realmente el progreso. El ego no solo estorba cuando nos creemos superiores sino, además, cuando hacemos frente a la frustración o el rechazo. Estos son sentimientos que nacen del ego, de creernos únicos con derecho a lograr lo que deseamos sin importar lo que esperan o piensan los demás, lógicamente al encontrarnos con intereses contradictorios podrá haber conflicto y si nuestro deseo no genera un bienestar común o si no logramos convencer al compañero de ese bien común el fracaso vendrá, nuestra idea será rechazada. El escuchar y reacomodarse con la propuesta del otro es la vía que enseña el Aikido. Cada situación, persona o cosa debe funcionar alrededor de nosotros para nosotros, en Aikido cada cual es el “centro del universo” y aun así no somos quienes regimos el universo a menos que nos acomodemos a la situación, al compañero o al elemento con el cual interactuamos y nos sobrepongamos al fracaso o al rechazo reordenando la estrategia aceptando que no la sabemos todas, que lo que fue una buena propuesta ahora ya no lo es, que lo que funcionaba con uno con el otro no y que cada experiencia es única e irrepetible. Tal es la vía del Aikido, la apertura total del ser aquí y ahora. También es interesante observar que la posición de uke es poco apetecida: eso de recibir golpes o caer no es lo que espera alguien que se integra a este tipo de actividades, sin embargo, ser uke es la postura de mayor valor en Aikido porque significa sobreponerse al fracaso. El uke que sirve al maestro en la demostración de una técnica debe caer y levantarse para volver a ser lanzado tantas veces como al maestro le parezca conveniente, parece la historia del fracasado que nunca se rinde a su propósito, al tiempo que descubre algo nuevo: la caída, rodar y caer de pie, escapar de una técnica letal para quien se resiste a recibirla. Si sobreponerse es una gran lección para la vida del Aikido. Por supuesto dar es mejor, y como dice Robbins, hay que dar más de lo que se espera recibir. Para el artista marcial es una gran consigna. Y aun así, en Aikido dar es igual que ser un buen samaritano. Cuando se da un golpe con tal entrega de energía y vitalidad como si pretendiera realmente lastimar al compañero es la vía para la eficacia de la técnica. Sólo si uke y tori entregan completamente su ki al compañero es cuando el contacto manifiesta su poder en el movimiento armónico y rítmico del cual se compone su danza. Sin esta entrega no hay técnica posible en Aikido y el trabajo se convierte en una lucha sin sentido. Hay que dejar salir el ki proyectado hacia el compañero para que este lo reciba y la redirija hacia la vía que consiste la técnica. 

Es así como hemos visto que toda la propuesta de Robbins sobre el poder sin límites es muy similar a la estrategia del Aikido y, al tiempo, vemos como el Aikido no se limita al dojo para revestir todas las esferas de la vida humana. Aikido es la filosofía de interactuar con los demás buscando acuerdos donde todos salen ganando en la medida que el aikidoka se da por enterado del otro y acepta sin perder nada, porque fluye como el agua siempre decidido a llegar a su meta final. No hay barreras que impidan su paso. Pues siempre hay otra posibilidad, otro camino, incluso otra meta. Y esto es sólo posible si seguimos el camino, el do, que consiste en una profunda y constante observación de sí mismo a través de la práctica. No es necesario esforzarse en representar bien el papel, simplemente relajarse y dejar que esa parte del cerebro, denominadas por los neurólogos como “neuronas espejo” actúen en la imitación de la fisiología del otro, y el profundo conocimiento adquirido por la experiencia aflore como intuición en el momento justo. Hay que ser flexibles con nuestro interior, allí está el universo entero, debemos dejar aflore en la práctica constante del Aikido y del arte de interactuar con los demás dejar que aflore el poder sin límites que cada cual tiene dentro de sí.

martes, 3 de agosto de 2010

DEFENSA PERSONAL

La defensa personal es un concepto ligado a las habilidades del combate de las personas, pero no es así, la defensa es la capacidad de cualquier persona de mantener su integridad física ante una situación de violencia contra su propia persona, bien sea por una agresión por parte de otra persona como de cualquier otro ser, bien un animal, los elementos de la naturaleza o cualquier otra cosa.

De tal manera aprender defensa personal va más allá de aprender técnicas de combate, debe desarrollarse el sentido común y la habilidad de prevenir las circunstancias que favorecen las situaciones donde podríamos ser víctimas. Por eso, un curso de defensa personal debe primero tener en cuenta la preparación psicológica antes que la preparación física y técnica.

Lo primero que se debe tener en cuenta en la preparación psicológica es desarrollar un pensamiento previsor tanto de las situaciones nocivas como de las consecuencias que se pueden acontecer de nuestra respuesta que demos a ellas. Es decir, una agresión a nuestra persona puede ocasionar daños físicos como psicológicos tanto a nosotros mismos como al agresor y a quienes nos rodean. Defendernos también puede acontecer semejantes resultados. También puede haber implicaciones legales. De tal manera que la mejor defensa es evitar cualquier acontecimiento donde pueda haber daños a cualquier persona implicada. Sin embargo no siempre es posible, por eso tener un pensamiento previsor debe contar con la debida preparación con ejercicios sencillos de observación y racionamiento, como suponer como pensaría un bandido, como sería el medio más propicio que favorece una agresión, que elementos hay en él que favorezcan mi defensa. Se podría suponer muchas ideas dentro de la mente de un bandido, pero lo que se debe tener en cuenta es, como selecciona una víctima, es decir una víctima ocasional como para un robo. En ese caso debe ser alguien que es más débil que él por fuerza física o porque esta disminuido en su capacidad, como un borracho o un enfermo, alguien distraído, etc. En toda ocasión el delincuente no arriesgaría con alguien superior a menos que este bajo efecto de alguna droga. Así que si estamos pensando en defensa personal, debemos observar nuestra actitud cuando andamos por la calle, somos personas que nos sumimos en nuestros pensamientos y nos damos cuenta del entorno que nos rodea, de las personas alrededor y demás.

Un ejercicio interesante para la defensa personal es, entonces, observar los sitios que frecuentamos y analizar las posibilidades que hay de que algún agresor nos ataque, por ejemplo zonas oscuras, solitarias, calles estrechas, potreros entre otros. Las personas que andan por allí, miradas entre ellos. Hay que ser precavidos sin caer en la paranoia, es decir, angustiarnos por cualquier persona o acontecimiento que pasa a nuestro lado. La cuestión es de atención y confianza, es darnos cuenta de todo cuanto nos rodea. De esta observación podemos un segundo ejercicio que es estudiar cómo y qué elementos nos sirven para defendernos, como que otro camino tomar, si hay piedras, palos o algo que podamos tomar en caso de ser atacados repentinamente y poder reaccionar adecuadamente a esa agresión. Por supuesto siempre es mejor evitar cualquier confrontación debido a que algo que debemos prever las consecuencias legales y en la salud que una pelea pueda traer. Sin embargo de ser inevitable, debemos procurar que la técnica aplicada sea lo menos lesiva posible y siempre asegurarse que es aplicada en legítima defensa de sí mismo o un tercero, y solo hasta estar a salvo es aplicable la defensa. Es decir, no hay defensa si el agresor es reducido y se continua con el contra ataque, o agresión a este. La técnica debe ser aplicada solo para desalentar una agresión y mostrar la inutilidad de recurrir a la violencia para resolver conflictos o conseguir algo a favor. Es necesario cuidar la salud, tanto del agresor como del agredido en lo posible, para evitar males mayores. En fin la técnica debe ser solo una herramienta para la buena salud y el conocimiento, no es un arma para atropellar e imponerse al otro.

¿Es el Aikido un arte marcial meramente defensivo?

 Cuando yo empecé a practicar artes marciales, más exactamente Taekwondo, mi profesor solía decir que “deberíamos usarlo únicamente como def...