sábado, 9 de marzo de 2013

DEJAR QUE EL GALLO MADURE



El rey Tcheu confió a Chi Hsing Tseu el adiestramiento de un gallo de riña prometedor, que parecía
dotado y combativo. El rey esperaba pues un adiestramiento rápido... y no comprendía
verdaderamente que diez días después de su comienzo aún no hubiera tenido ninguna noticia del
progreso de su campeón. Decidió ir en persona a ver a Chi para preguntarle si el gallo estaba listo.
- ¡Oh no, señor, aún le queda mucho para madurar.  Todavía es muy orgulloso y colérico -respondió
Chi.
Pasaron diez nuevos días. El rey, impaciente, fue de nuevo a ver a Chi para informarse.
- El gallo ha hecho algunos progresos, majestad, pero aún no está preparado ya que reacciona en el
momento mismo en el que siente la presencia de otro gallo -le explicó Chi.
Diez días más tarde, el rey, irritado ya de tanto esperar, fue a buscar el gallo para echarlo a pelear. Chi
se interpuso y le explicó:
- Aún es demasiado pronto. Su gallo no ha perdido  completamente su deseo de pelear y su ímpetu se
manifiesta siempre.
El rey no comprendía muy bien lo que desvariaba este viejo Chi. La vitalidad y el ímpetu del
animal eran precisamente la garantía de su eficacia. Pero, en fin, como Chi era el adiestrador más
famoso de todo el reino, confió en él a pesar de todo y continuó esperando.
De nuevo diez días pasaron. La paciencia del soberano estaba a punto de estallar. Esta vez, el rey
estaba decidido a poner punto final al adiestramiento. Hizo venir a Chi y se lo anunció con un tono
que traicionaba su mal humor. Chi tornó la palabra sonriendo y dijo:
- De todas maneras el gallo ya está casi maduro. En efecto, cuando oye cantar a los demás gallos no
reacciona, permanece indiferente a las provocaciones, inmóvil como si fuera de madera. Sus cualidades
están ahora sólidamente enraizadas en él y su fuerza interior se ha desarrollado considerablemente.
Efectivamente, cuando el rey quiso echarlo a pelear ningún otro gallo estaba visiblemente a la talla de
pelear contra él. Además ni siquiera se arriesgaban, ya que salían huyendo desde el momento en el que lo veían.

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