Los pensamientos personales limitan,
categorizan y complican
—
Taisen Deshimaru
Antes de hablar de persona “toxica” debo aclarar que tal
calificativo no me gusta, a la larga es un término que se convierte en aquello
que pretendemos erradicar con el Aikido verbal: esos adjetivos que descalifican
al compañero y lo discriminan. Aunque no podemos negar que en la convivencia
cotidiana, nos encontramos con personas que de alguna u otra forma genera
cierto nivel de conflicto, después de todo, compartir espacios, momentos, bien
sea en el trabajo, en la casa, el barrio, puede provocar un choque de intereses
entre ellas. Son esas personas que parece tienen una mentalidad y un
comportamiento que perjudican a los demás y a sí mismos. Y por supuesto debemos
aprender a identificarlos y a tratarlos para no dejarnos contaminar de su
negatividad y perder el buen ánimo que podamos tener.
¿Cómo podemos identificar una persona “toxica”? creo que más
que identificar alguien “toxico”, se trata de reconocer nuestra “toxicidad”, es
decir, una persona solo es “toxica” si nos afecta su comportamiento o sus
palabras. Me explico: la toxicidad es “la capacidad de una sustancia química de
producir efectos nocivos sobre un ser vivo”. Pero en las relaciones humanas,
las palabras o comportamientos de una persona no tienen ese efecto en sus
cuerpos físicos, solo puede ocurrir a nivel afectivo o mental si solo y solo si
permito sentirme afectado. Así que en vez de juzgar a otra persona con adjetivos
negativos (es egoísta, envidiosa, etc.), debo examinar cómo me siento ante lo
que dice o hace el otro y darme cuenta que es por su comportamiento. Por
ejemplo, si alguien se comporta de manera egocéntrica, por lo menos a mí me
tiene sin cuidado, sin embargo cuando éste empieza con exigencias extravagantes
como lealtad, como si uno fuera un tipo de sirviente o seguidor de él, es algo
que puede afectarme, eso hace que la relación sea vertical en vez de horizontal
donde él se considera por encima de mi persona. Eso no es correcto en las
relaciones humanas, de amistad o compañerismo, no en una sociedad de derecho.
Las jerarquías solo se dan en las instituciones donde se necesitan y aceptan
como la iglesia o el ejército y tal vez en las empresas solo a nivel del poder
de decisión correspondiente, pero no en las relaciones humanas. Entonces cuando
reconozco que yo me creo con privilegios por encima de otros que considero de
menor rango reconozco mi “toxicidad egocéntrica” y me siento afectado por aquel
otro se considera superior a mí.
Cuando uno se encuentra con personas que me hacen sentir
culpable, inferior, si siento malestar, que me roba energía o menos cava mi
autoestima lo mejor es alejarse de él en cuanto sea posible. Sin embargo no
siempre es posible hacerlo, puede ser un compañero de trabajo o un familiar
cercano que no podemos evitar tan fácilmente, en ese caso debemos asumir la
postura firme, respirar profundo y poner el escudo protector, o sea poner
límites y con asertividad defender los propios derechos, reconocer los de él y
compasivamente comprender su postura, hasta ayudarlo a darse cuenta de su
comportamiento y juntos aprender nuevas maneras de convivir.
Al tratar con una persona que expresa continuamente esa
“toxicidad” hay que tener claro que es un problema de él y por eso debemos
marcar límites claros para mantener el propio equilibrio emocional y poder
verlo desde una perspectiva de observador para comprenderlo entendiendo que
puede ser una defensa que ha desarrollado y es parte de su personalidad. Lo
cual puede darte una habilidad para no
sentirte afectado por sus continuos comportamientos y palabras “toxicas”, y con
tacto apoyarlo para superar su comportamiento.
Sobre todo no permitas caer en el mismo comportamiento,
busca el equilibrio al acercarte a personas “nutritivas” que enriquezcan tus
experiencias, como por ejemplo acercarte a un dojo, o unirse a una clase de
baile o cualquier otra actividad que te permita ser creativo y expresarte con
libertad.
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