Sólo cuando no nos tomamos las palabras y los sentimientos de
nuestro interlocutor como algo personal, podemos realmente escuchar con
atención lo que quiere decirnos
─ Barbara Berckhan
Los ataques
verbales pueden ser diversos y muy variados, así que una vez identificado la
intensión del agresor, es interesante que tipo de agresión es porque podría
darnos una pista de cuál es su intensión y el nivel de la ofensa cual es el
rango de poder cree tener sobre uno.
Las ofensas
pueden ser simples insultos, burlas, críticas, acusaciones, engaños,
objeciones, presiones o demandas. Toda una gran variedad según sea su intensión
o el daño que pretenda hacernos a nivel personal, profesional, según sienta que
somos una amenaza para él o crea tener poder sobre nosotros. En ello vemos que
algunos de los ataques pueden ser directos y claros en su agresión, sin embargo
algunos no lo son, por ejemplo el engaño, tal vez puedan parecer incluso
halagos ocultando las verdaderas intenciones de sus palabras.
Los insultos
y burlas son esfuerzos de ridiculizar y provocar al ofendido, hacerlo sentirse
y verse mal reduciendo su autoestima. Normalmente contienen vulgaridades,
referencias sexuales o expresiones desagradables, con referencias a la
apariencia física, su modo de ser y demás con la que el afectado pueda verse
reflejado o identificado. Podría pensarse que son el tipo de palabras necias que
uno puede simplemente ignorar, sin embargo cuando uno se siente herido por
ellas debe hacer algo para sobreponerse y buscar la manera de superarlo, y las
diferentes como el gesto mudo, desviar la atención u otro comentario que
muestre que no se siente afectado por su necedad puede ser suficiente.
Las críticas
o juicios de valor son calificativos negativos hacia nuestro quehacer,
cualidades, logros que pretende menos preciar nuestra capacidad y valía. Igual
que el insulto es un ataque directo y claro que marca la mala intención que
agresor. También estos ataques pueden ser superados con el buen ánimo, la
respiración, profunda y manteniendo la compostura. Las respuestas pueden ser
como el ceder y consentir o ceder y defender, es como aceptar su crítica como
constructiva. Por supuesto, puede haber muchas otras defensas a tener en cuenta
según la situación correspondiente.
Las
acusaciones son connotaciones negativas con respecto a nuestra actitud o
acciones en las que nos culpabilizan de actos o consecuencias malas que han
sucedido, donde el agresor se hace la víctima, o nos culpa de hacer daño a
alguien más. En tal caso, confrontar y hablar claro son posibles técnicas
defensivas a las que debemos recurrir.
Los engaños
son intentos de falsificar la verdad con intención de beneficiarse de nosotros
o conducirnos al error. Como bien decía antes, en estos casos tal vez la
agresión no sea directa, o más bien, no es tan evidente, puede darse palabras
dulces y agradables y solo notamos el daño una vez vemos las consecuencias del
engaño. Por lo que estar atento y despierto a la situación es menester en estos
casos.
Las
objeciones y resistencias son intentos de bloquear iniciativas o acciones que
planteamos para una empresa o proyecto, por lo que es necesario hablar claro y
definir las reglas del juego son prioritarios para seguir adelante.
Las presiones
y demandas son exigencias o pedidos de parte del agresor a nuestra persona que
pueden ir más allá de nuestra capacidad o posibilidades de cumplir o
simplemente no nos corresponde. Al igual que en toda negociación, en este caso,
se debe tener claro las reglas del juego, constatar objetivamente el tema en
cuestión.
Puede que
hayan más tipos de agresiones verbales que faltan por tener en cuenta, y tal
vez las enumeradas aquí abarque las diferentes perspectivas y otras agresiones
como, por ejemplo, la calumnia sean subcategorías. Lo que importa es que en
toda situación estresante es necesario estar dispuesto a esclarecer el
conflicto creando las condiciones adecuadas para la discusión y la negociación,
tal como la práctica del Aikido, la etiqueta está hechas para crear un clima
agradable para la ejecución de las técnicas, en las negociaciones verbales se
debe mantener la diplomacia y recordar que no se trata de tener una victoria si
no de superar una situación desagradable y aprender lo que se pueda de ella.
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