Normalmente todos llegamos a la práctica de Aikido con
ciertas expectativas, deseamos encontrar algo que nos apasione o tal vez
distraernos por un rato con una actividad física que nos haga sudar y
desestresarnos del trabajo del día, sin embargo se ha preguntado ¿cuál es la
práctica que usted desea, y si ella coincide con práctica que necesita? Eso es
algo que, sobre todo, a los deportistas de élite les interesa, puesto que el
deporte, para ellos, es su fuente de ingresos además de su pasión o pasatiempos.
El deportista profesional debe practicar para tener el mejor desempeño posible,
eso implica sacrificio, en ocasiones, de practicar por el placer de hacerlo, y
esforzarse por tener un mayor rendimiento, por cumplir las expectativas de su
equipo y sus fanáticos. Eso también puede llevarlo a alejarse de la práctica
que necesita, al fin de cuentas ¿qué es lo que realmente necesita el deportista
con su práctica?
En Aikido, al igual que en la terapia, se debe distinguir la
diferencia entre lo que deseamos y lo que necesitamos. En la terapia, el
paciente asiste con un sufrimiento y una queja desde la cual el terapeuta debe
descubrir que hay detrás de eso, descubrir la demanda real que se oculta en la
queja del paciente.
Estas dos comparaciones del Aikido con el deporte
profesional y la terapia, es para desentrañar tanto el punto de vista del aikidoka
como del maestro en cuento a la relación existente en la práctica entre ellos.
El aikidoka no es un deportista, sin embargo debe dar lo mejor de sí en la
práctica. El maestro no es un terapeuta ni un entrenador, sin embargo debe
descubrir cuál es la demanda del estudiante que busca la práctica de Aikido, es
decir descubrir cuál es la práctica que el estudiante necesita. Por supuesto,
es una tarea entre ambos, pero sabemos que el estudiante tiene velada su
verdadera razón para asistir al entrenamiento, lo que quiere que suceda en la
práctica no necesariamente es lo que necesita, por eso, por mucho que sienta
que el maestro lo trata duro, le exige y hasta lo menosprecia sigue asistiendo
a la práctica, porque es su pasión, pero sobre todo porque sabe que hay algo
más allá en su espíritu que lo anima a asistir.
Y es que practicar solo para pasar el rato, para
desetresarse, para entretenerse son motivos muy comunes entre los estudiantes
que asisten a la práctica de Aikido. Sin embargo el Aikido tiene un profundo
sentido de fondo, es un arte marcial que, además de formar para la defensa
personal, el bienestar y la salud, es un gran tratado filosófico y ético que
enseña al practicante una adecuada convivencia con el compañero y, por
supuesto, con la comunidad en la que está inmerso.
En ese sentido el maestro o instructor debe
estar muy atento a descubrir la demanda detrás de los motivos que expresa el
estudiante para tomar la clase de Aikido. Eso es Aikido, ponerse en los zapatos
del otro, ver con sus ojos para poder guiarlo por la filosofía del Aikido y
poder brindar una práctica correspondiente a esa necesidad del estudiante:
descubrir sus puntos débiles para fortalecerlo y sus puntos fuertes para
afianzarlos. Por supuesto, el estudiante debe observar si su práctica le brinda
esa sensación de superación, que aunque haya altibajos, pueda dar cuenta que su
búsqueda está bien encaminada. Y si no es así, no dejar de entablar un diálogo sincero
con su instructor o maestro para corregir los errores y fallos y encaminar la
práctica para que lo que se quiere coincida con lo que se necesita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario