Si vences al enemigo
seguirá siento tu enemigo, si lo convences seguirá siendo tu amigo
—
Anónimo
Cuando la gente me pregunta si Aikido sirve para la defensa
personal yo respondo que no, tal vez y a veces sí, es decir, no es posible
garantizar que alguien se pueda defender de una agresión inesperada por muchas
estrategias o técnicas que se haya aprendido en cualquier arte marcial si no
entrena durante mucho tiempo todas esas técnicas. El entrenamiento es
fundamental para que eso que estudia se haga parte integra del conocimiento y
habilidad del practicante y, solo tal vez pueda ser que lo estudiado sea una
nueva forma de responder instintiva y espontáneamente a un ataque. De hecho,
los competidores entrenan para estar preparados para la contienda y, por lo
menos ellos, saben cuándo tendrá el encuentro y las reglas con las que se someterán.
Por eso, cuando uno sabe que tendrá una conversación
difícil, bien sea en el trabajo, el estudio o cualquier otro ámbito lo primero
que debe hacer es prepararse para ello, entrenar las habilidades, estudiarlas.
La claridad, honestidad, la calma, el contexto deben entrenarse, así como el
vocabulario, el lenguaje corporal, todo son habilidades que se pueden aprender
y entrenar.
Entonces antes de enfrentar la conversación es bueno planear
mis argumentos tomando nota de ellos, de los temas que considero se deben
tratar, de cuales definitivamente no, de cuál es mi punto de vista y cuál es
posiblemente el de mi contraparte. Es analizar como una partida de ajedrez mis
jugadas y las posibles de él. Esto me da claridad y seguridad de mis
argumentos, aunque se debe considerar, por ejemplo, la capacidad y disposición
de escuchar que tiene el otro, los buenos argumentos no tienen ningún peso ante
los fanáticos que creen tener siempre la razón.
Por eso la disposición a escuchar es fundamental en toda
conversación, con ello accedemos a información valiosa sobre su punto de vista
y argumentos además que aumentamos nuestros conocimientos al respecto del tema
y, tal vez, de nuestro compañero, y le generaremos confianza a él al sentirse
escuchado y respetado (aspectos esenciales para una comunicación fluida y
asertiva), lo permite que cada cual sea más abierto y sincero en expresar sus
ideas, lo que favorecerá una búsqueda en una solución al tema que se está
tratando. Sin embargo debemos tener en cuenta que no además de los argumentos,
en una conversación hay otros aspectos que influyen en su desarrollo y las
decisiones, como por ejemplo en ambiente donde se lleva a cabo.
El contexto y ambiente donde se lleva la conversación es
importante. El espacio donde se ha de realizar debe reunir unas mínimas
características de privacidad, además debe reflejar ese sosiego que queremos
transmitir de nuestro estado de ánimo, de equilibrio y atención, que no haya
bulla que interfiera el dialogo y la escucha.
Además hay que tener delicadeza en el trato y las palabras
más allá de la diplomacia en el sentido de que se debe ser suave y firme con
honestidad y sin ofender. ¿Cómo así? Humorísticamente cuando se habla de
honestidad se suele mostrar a gente que da un trato brusco, como por ejemplo,
cuando alguien llega de viaje y le muestra las fotos del viaje a su amiga le
dice “mira te voy a humillar al mostrarte lo divertido que la pasé” en vez del
trato diplomático de decir “mira te voy a mostrar las fotos del viaje”. La
honestidad no quiere decir que debamos mostrar nuestra intensión de humillar,
ofender o maltratar al otro, la honestidad es mostrar lo que sentimos y
buscamos alcanzar con la discusión, no es cuestión de ganar por encima de
nuestro interlocutor, sino ganar con nuestro interlocutor. Debemos distinguir
la diferencia entre lo que opinamos y lo que sentimos, por ejemplo puedo opinar
que el otro es torpe y eso no quiere decir que la realidad sea así o que siento
que el otro es torpe, eso no es un sentimiento, tal vez me siento incomodo o
ridículo frente a las acciones de él. Mi opinión y mis sentimientos son
problema mío, los actos torpes que de pronto comete el otro es problema de él y
debo distinguir esa diferencia antes de poner ese tema en la discusión. Con esa
claridad es posible ser delicado, discreto y honesto en la conversación.
Por supuesto no siempre tenderemos todas las herramientas
para afrontar una conversación difícil, sin embargo con un buen entrenamiento
es posible ir venciendo esas brechas que nos dificultan actuar con acierto y,
tal vez, con el tiempo tendremos la habilidad de ser un buen intermediario en
discusiones difíciles y en la resolución de conflictos.
Gracias.
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