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Entender las artes marciales no es fácil, podrías llegar al
ser shihan y podrías aun estar engañado con cuál es el sentido del combate. Y
es que las artes marciales no pueden ser comprendidas como antes, sobre todo si
tenemos en cuenta que, a pesar de todo, estamos en una época de paz que ha
durado bastante tiempo. Desde la segunda guerra mundial y la “humanización de
la guerra”, la especialización de las armas y todo el progreso tecnológico que
ello implica, los conflictos no tienen el mismo sentido de antes, el soldado ya
no es un guerrero, ya no existe el combate cuerpo a cuerpo y el arte de la
guerra no es lo mismo. La vida y la muerte en el campo de batalla, no tiene es
espíritu de poder mirar a los ojos al enemigo y decidir con un movimiento de la
espada, la muerte puede llegar desde un dron, una maquina sin alma ni espíritu
dispuesta a luchar por su vida, es la muerte sin sentido, ¿cómo se puede luchar
por tu vida y honor contra una maquina?
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Ahora si dices artes marciales, la gente entiende que es un
deporte de contacto, así si les dices que el aikido es un arte marcial y no un
deporte se sienten confundidos, es incomprensible, no pueden separar los dos
conceptos. La diferencia es simple, el deportista no se enfrenta a la muerte,
no está dispuesta a morir, solo se divierte e hincha su ego, gana medallas por
dar unos golpes (caricias) acertados contra su contendiente, nada letal y
enmarcado en el reglamento de la competencia. El sentido más profundo del arte
marcial está ausente, la muerte como opción de vida, solo quien decide morir en
cada práctica podría saber que es el aikido. Sin embargo, como lo señalo, en un
mundo pacifico es difícil comprender que es eso, mucho menos en la comodidad
del mundo moderno: los jóvenes de ahora no saben que es luchar por el sustento
diario, solo buscan con que divertirse, y el aikido es divertido como cualquier
otra actividad que decidan hacer para escapar de la rutina diaria.
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El aikido es un arte marcial, y mucho más que eso es un
budo, la vía espiritual para alcanzar la iluminación, aunque, este sí que un
concepto incomprensible en nuestra cultura occidental, entonces los aikidokas
creen que podrán encontrar soluciones milagrosas, hacer proezas increíbles y
demás con el aikido, pero lamentablemente, el aikidoka como cualquier otro ser
humano está sujeto a las leyes de la física y la naturaleza, aun O sensei, a
pesar de todas las leyendas que se tejen con su nombre. La santidad y la
iluminación no son más que palabras para describir un estado de espiritualidad de algunos
hombres y mujeres que han comprendido algo, no sé qué, pero el halo proyectan
puede sentirse o no, pero ahí está. Así
que ¿cómo se podría solventar tanta ignorancia que rodea la práctica del
aikido? Es una pregunta difícil de responder,
sobre todo si entendemos que las palabras no bastan, las experiencias de la
iluminación y del arte marcial se han borrado en el tiempo, porque son
experiencias que solo pueden ser vividas, sentidas en la medula de los huesos y
es necesaria la guía de un gran maestro que favorezca la propia experiencia de
cada cual, pero además se requiere de aikidokas que superen sus propias
expectativas, que recuperen el sentido del arte marcial y dejen de jugar al
aikido o lo que sea que llegan a hacer al dojo. Para ello es necesario que
estudien a profundidad el aikido y todo el marco cultural en que se creó, que
comprendan el sentido de la muerte y la vida, de fluir con la naturaleza, de
entender al otro y a sí mismo y la responsabilidad que ello implica.
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