Aiki, hace referencia a la armonía de la energía vital, al
flujo natural y constante de la energía vital entre todos los entes vivos de la
naturaleza, es la manera cómo funciona sin intenciones ni vacilaciones ante los
acontecimientos del tiempo, solo es en sí misma. Y como tal el aikido es la vía
que toma este principio en su práctica diaria, no solo como filosofía sino como
acto en su ejercicio, esto es, el principio de la no resistencia, es decir,
evita la confrontación dejando que las cosas sucedan tal cual, sin forzar lo
que debe ser, porque no hay un debe ser, ES.
La no resistencia es un concepto difícil de comprender,
sobre todo en las artes marciales, ya que no resistir una agresión sería
permitir que el otro me haga daño, sin embargo no siempre es así, un ataque se
puede esquivar. En tal caso tal vez la agresión podría continuar hasta
debilitar nuestra voluntad y sucumbir a las intenciones del agresor.
La resistencia es hacer oposición a algo que consideramos es
violento contra nuestra integridad o contra nuestros derechos, así que no
resistir tal amenaza es contraproducente con nuestro derecho a la vida, a una
vida digna. Sin embargo la resistencia demanda un alto gasto de energía porque
ponemos afuera, en el otro, en las circunstancias, en la naturaleza la
responsabilidad de nuestras sensaciones y sentimientos. Cuando pensamos que el
otro violenta y agrede nuestra integridad le resistimos y queremos devolverle
la agresión con la misma fuerza o más. Esa vía desgasta la energía en actos
vengativos que no producen más que resentimientos y odio.
El aikido ha mostrado que hay otra vía diferente a la huida
o la lucha, esta es la armonía, es sincronizar nuestra energía con la energía agresiva
que proviene del otro, esto es absorber y redireccionar el ataque hasta que se disipe
y quede neutralizado, que la intención de hacer daño se desvanezca.
En la práctica regular los aikidokas seguimos las enseñanzas
del maestro, este nos muestra una técnica de una manera específica y todos procuramos
imitarla lo más fiel posible. Pero además hay un tipo de práctica libre,
aquella donde no hay esos lineamientos, aquella donde confluye el ki libremente
porque no hay una intención de ejecutar determinada técnica, solo dejar que
suceda lo que debe suceder. En este tipo de práctica por lo general los
estudiantes se estancan en confrontaciones que parecen más a la lucha libre
porque ambos actúan con la intención de derribar a su compañero sin dejarse
tumbar primero, viciando de esta forma la verdadera intención de este ejercicio,
pues este no consiste en mostrar quien es mejor o quien es vencedor, porque en
el aikido no existe tal motivo, en aikido no nos interesa formar campeones,
solo aprender como fluye la naturaleza del acto de la lucha sin resistencia. Pero
en el afán de vencer los estudiantes suelen estancar el flujo de su ki para
evitar caer al piso como si eso significara perder (perder qué si no estamos en
campeonato alguno), por el contrario, en aikido la caída representa una forma muy
eficaz de evitar la confrontación y escapar del posible daño que sería recibir
un golpe.
Este tipo de práctica libre tiene la intención de poner en acción
el principio de la no resistencia, la espontaneidad del aikido al absorber un
ataque sorpresivo sin que ello represente un daño para sí mismo o para el
atacante, no es la ejecución de técnica alguna, es como moverse para que fluya
la defensa sin contra atacar, solo disipar la agresión, mitigar los posibles
daños y llegar a buenos términos con el agresor.
Entonces, la no resistencia no consiste en ser sumiso y
resignado al designio de ser víctima de un agresor violento y mal intencionado que
pretende sacar provecho de nosotros, consiste en imponer los principios de la
naturaleza de generar, almacenar e invertir la energía de manera eficiente
asumiendo la responsabilidad que cada cual tiene de los sucesos que le conciernen,
de las sensaciones y sentimientos que esto le generan y responder de la manera más
natural posible a la agresión al absorber la energía impresa en el acto
violento para disiparlo y dejar que la vida siga su rumbo.
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