Cuenta que un
gran maestro samurái se encontraba en la plaza de su pueblo cuando un ronín que
pasaba por allí quiso provocarlo con insultos, a los cuales el maestro paso
indiferente. Uno de sus discípulos indignado recriminó a su maestro por no
responder a la ofensa, a lo que este le preguntó
-- cuando le
das un regalo a alguien y no te lo recibe ¿quién se queda con el regalo?
El discípulo contestó: -- pues yo me quedo con
él
Igual pasa
con los insultos --replico el maestro.
Antes de discutir sobre técnicas de defensa debemos recalcar
sobre la necesidad de tener una postura y una actitud correctas y asertivas con
respecto a nosotros mismos y a los demás, reconocer que las palabras no hacen
daño, por lo menos en un contexto de discusión acalorada o de provocación
diferente a lo que puede ocurrir con los chismes que transcurren a espaldas
nuestra. Y en ese sentido debemos entender las circunstancias que ameritan
entrar en la ejecución de una defensa o simplemente ignorar las palabras
ofensivas como hace el gran maestro de la historia arriba relatada.
Las palabras solo pueden ser ofensivas en tanto le
concedamos importancia y sentido a esas palabras, de lo contrario solo son ruido,
sin embargo, cuando tenemos en nuestro entorno laboral o cualesquier otro una
persona que nos fastidia o acosa con sus necias palabras es necesario actuar de
alguna manera para paliar tal situación, sobre todo no podemos dejar contagiar
de su estado de ánimo, pues es ahí que la situación se vuelve tensa. Es importante
reconocer nuestro alcance y capacidad y considerar que no siempre hemos de
tener una respuesta justa e ingeniosa a una agresión verbal, sobre todo saber
desestimar cualquier ofensa con la idea que esta no merece una respuesta ingeniosa,
sino todo lo contrario, después de todo, los ataques verbales suelen ser
vulgares, descorteces y falto de inteligencia que no merecen nuestra atención.
La respuesta que se le debe dar a una agresión verbal ha de
depender de la situación y el contexto que se presenta, de nuestra capacidad de
empatía entre otras. La situación puede ser que se presente en un momento de
negociación, una presentación de un proyecto o simplemente en un momento
cotidiano de trabajo u otro motivo. En cuanto la empatía consiste en comprender
a su adversario, del porqué de su comportamiento de entender si sus palabras
son intencionales o son dichas de manera ingenua por imprudencia o ignorancia
entre otras razones del contexto.
Así las primeras técnicas son de esquivación, es decir
provocar un desequilibrio al oponente tal como ocurre en el aikido, cuando el
compañero ataca intenta golpear el objetivo, o por defecto, que su golpe sea
bloqueado; en ambos caso hay un choque. También puede ocurrir que caiga en el vacío
al ser esquivado, pero en el caso del aikido, el golpe es absorbido y
redireccionado dentro del campo gravitacional del aikidoka dejando en
desequilibrio al atacante hasta provocar su caída. Igual en el ataque verbal el
agresor espera una reacción en su victima y, por supuesto, en el tono emotivo
de su provocación, de ahí que si se le da una respuesta fuera del contexto que
él espera se ha de generar un desequilibrio.
Reacciones como hacer
un gesto mudo, cambiar el tema de conversación, hacer un comentario monosilábico
o hacer un refrán inapropiado pueden ser técnicas encaminadas a este propósito.
Son respuestas que no se esperan e incluso pueden dar un toque de buen humor
permitiendo mantener nuestro buen ánimo y desbalancear a nuestro agresor. Miremos
cada una de estas técnicas:
El gesto mudo puede ser una mirada extraña, un guiño, tomar
nota o cualquier otro gesto que se nos ocurra cuando alguien dice algo para provocarnos
y con ello manipularnos al sacarnos de quicio, con el gesto buscamos
mantenernos centrados en lo que estamos haciendo e ignorar la provocación. Un punto
importante es no justificar al agresor nuestro comportamiento.
Cambiar el tema es desviar la atención que nuestro agresor
pone sobre un asunto que nos ofende para dirigirlo a cualesquier otro sin importancia.
Minimizar el tema ofensivo y centrarnos en lo que nos concierne, la propia
integridad.
Hacer un comentario monosilábico se hace ante un interlocutor
que alardea bajo una avalancha de palabras y no pretendemos seguirle el juego y
malgastar energía en discusiones inútiles, de tal manera que menos preciamos su
cantaleta con una frase corta que desestima su argumento.
Responder con un refrán inapropiado es una estrategia
directa a la confusión, es decir se hace con esa intención directamente sin
darle vueltas, es apelar a la lógica de la comunicación de que todo lo que
decimos tiene sentido, es pues un sin sentido ante el comentario insolente con el que hemos sido atacados. Un koan también podría servir para este propósito,
pues carecen de la lógica aristotélica en la que estamos inmersos.
Son estas las primeras técnicas de aikido verbal propuestas
por Bárbara Berckhan en su libro Como Defenderse de los Ataques Verbales. Mas adelante
estaremos hablando de las otras técnicas y sobre los primeros auxilios ante
estas agresiones.
Berckhan, Bárbara (2010). Como Defenderse de los Ataques
Verbales. Madrid. Grupo RBA Integral.
(P.P. 128)
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