En las artes marciales nos encontramos a veces con la
disyuntiva entre “piense antes de actuar” y “hágalo sin pensar”. Pero, aunque
nos movemos entre estos dos concejos de vida, lo cierto es que ambos son
pertinentes en el contexto correspondiente. Por eso analicemos en qué contexto
se debe pensar y en cuales actuar.
Por ejemplo, si usted tiene un compañero en el trabajo o
estudio que en cierto momento lo insulta, lo adecuado es pensar primero cual
puede ser la respuesta más adecuada a la ofensa. Lo primero que debe
preguntarse es ¿Por qué me siento ofendido por sus palabras? Y segundo, ¿Cuál
es la intensión de mi compañero con sus palabras? Pero si en vez de proferir
una ofensa, este compañero se abalanza sobre usted con un cuchillo en su mano y
con una actitud agresiva, no puedes ponerte a pensar ¿Cuál es la intensión de
mi compañero? Por el contrario es posible que suceda cualquiera de estas cuatro
situaciones: primero, que no te des cuenta y te apuñale, segundo, que te des
cuenta y salgas corriendo huyendo del peligro, tercero que te des cuenta y
reacciones contraatacándolo o cuarto, que ante la duda entre huir y luchar te
paralices, en tal caso también serías apuñalado.
Y es que debemos actuar en consecuencia a las circunstancias
que se presentan en el momento, no es lo mismo una ofensa verbal a una agresión
física. En ocasiones algunos maestros hablan de que se debe hacer la técnica de
forma consciente y al tiempo dicen que se debe pensar la técnica y sus pasos.
En cierta medida, cuando el novato está aprendiendo una nueva técnica, debe
pensar en sus pasos respectivos, pero a la larga y de acuerdo a estudios
neurológicos, pensar una actividad física la hace torpe y lenta. Los grandes
deportistas hacen sus actividades deportivas de manera automática, inconsciente.
Igual, un maestro de artes marciales, no piensa la técnica, solo la hace, eso
es tener consciencia de la técnica, más no es pensar cómo se hace, ya no es
necesario pensarla. En situaciones de peligro no se puede pensar, hay que
actuar, en los campeonatos no se puede pensar, hay que actuar, ser sensible a
los acontecimientos y actuar en consecuencia, igual ante las amenazas o
situaciones peligrosas.
El principal error de quien busca en las artes marciales
defensa personal, es creer que la defensa personal consiste en aplicar técnicas
al delincuente, entonces preguntan, ¿Qué técnica debo aplicar en esta u otra
situación? Enseñar técnicas para la defensa es confundir al estudiante, es
paralizarlo ante la situación real, porque surgirá la duda de si se debe
aplicar esta o aquella técnica cuando un pillo le muestre un cuchillo. Algunos
estudiantes de Aikido de aquí en Medellín han tenido la oportunidad de aplicar
sus conocimientos en la calle: en cierta ocasión, a uno de ellos, saliendo del
trabajo dos pillos lo abordaron, él solo reaccionó y le aplicó a uno de ellos
un irimi nage, el pillo cayó de tal forma al piso que se rompió la cabeza
quedando inconsciente, mientras el otros salió corriendo al ver el infortunio
de su compinche. No es cuestión de saber, de pensar qué técnica se debe aplicar
en tal o cual situación, es identificar las situaciones de riesgo y peligro y
actuar en consecuencia. Yo mismo he tenido la oportunidad de aplicar mis
conocimientos marciales en la calle: una ocasión iba en la mañana por una calle
cuando un loco, tal vez en sus alucinaciones psicóticas provocadas por las
drogas tomadas en la noche, se dejó venir encima de mí con un cuchillo en la
mano, yo simplemente le grite y en la parálisis del reflejo de orientación tuve
la oportunidad de escabullirme por un lado del tipo, sí sin aplicar más
técnicas que un grito, el kiai es suficiente para la defensa, no se piensa en
que debo hacer, solo hago lo que debo hacer según la situación lo amerita.
El Aikido enseña a desarrollar la continuidad de consciencia
a partir de tres principios básicos aplicados en todas las técnicas:
respiración profunda y consciente, propiocepción consciente y visión
periférica, o dicho en términos japoneses del arte marcial, kokyu rokyu Yoseiho,
kamae y zanshin. Sí, en Aikido toda técnica debe por lo menos contener estos
tres principios, básicos para desarrollar los otros veintitantos que se aplican
a lo largo de la práctica. La respiración profunda y consciente es fundamental
en el autocontrol de la mente y el cuerpo en la ejecución de la técnica y la
gestión emocional, la propiocepción consciente básica para el dominio de la
postura y los movimientos de la se compone la técnica y la visión periférica
para el dominio del espacio y del compañero.
En este sentido debemos comprender que la práctica del
Aikido debe ser orientada al aprendizaje de los principios básicos, tanto
físicos como mentales, del control de la técnica y del espíritu marcial, para
que la efectividad de su ejecución surja de manera espontánea en el momento
según ameriten las circunstancias del momento.