Las artes marciales, como su definición las considera, son
artes de guerra concebidas para matar, aniquilar, humillar y vencer al enemigo.
Sin embargo, el concepto de budo, que viene de la filosofía oriental, es muy diferente,
en el sentido que da la idea de que esta es una disciplina para pacificar, es
detener la lanza, es evitar la confrontación, es un concepto más cercano a la
negociación, al comercio en tanto que busca la posibilidad de encontrar puntos
de acuerdo y soluciones que beneficien a todos los implicados. Sin embargo, las
cosas no son bonitas como las pintan, y cada persona da su interpretación a su
amaño y su historia personal. Así que los samuráis no eran tan benévolos,
leales y corteses como se pintan; tampoco el budo era aplicado tal como su
concepción se dibuja, y Japón fue un territorio de guerreros feroces, por lo
menos hasta que perdieron la segunda guerra mundial, donde con las dos bombas
nucleares le abrieron los ojos y se dieron cuenta que podrían ser aniquilados.
Desde entonces la filosofía pacifista se afincó en esas tierras.
Las artes marciales, el bushido pasaron a ser budo, caminos
espirituales para mejorarse a sí mismo, para el crecimiento personal. También
pasaron a ser deportes competitivos y de formación, con sus etiquetas y
reglamentos que restringieron la ferocidad de las técnicas para dar paso a su
aplicación pacifica y reduciendo el riesgo de hacer daño a los contendientes de
un combate deportivo o a los compañeros de práctica. De esta transformación, surge la discusión de
la concepción de las artes marciales como budo o como deporte. Sobre todo,
quienes consideran las artes marciales como budo miran con desdeño a los
deportistas, considerando que el deporte resta efectividad y sentido al arte
marcial, por engrandecer el ego del competidor, por alentar la competencia por
encima de la cooperación, etc. Sin embargo, esto no es tan cierto, después de
todo el deporte, tal como se concibe en los olímpicos, promueve los valores
sociales y la competencia no es más que un juego. Realmente lo que “degrada” el
deporte es que se han vuelto espectáculo de masas donde se enaltece al campeón,
se le idolatra desconociendo que todos los competidores han entrenado y
esforzado para participar, tanto y quizás más que el campeón, pero que las
reglas del juego dictan que solo debe haber un ganador.
Sin embargo, la mayor “degradación” que puede tener un arte
marcial es el volverse moda. La moda es lo opuesto a la tradición; la moda es
lo novedoso mientras que la tradición es lo viejo, pero, sobre todo, la moda es
la forma más visible engrandecer el ego y la vanidad. El fitness, es una forma
de convertir en moda las artes marciales tradicionales. En este caso ya los
ideales marciales de defensa personal, crecimiento personal, de ser un campeón entre
otras se deja de lado, aquí lo que importa es el culto al cuerpo, al “bienestar”.
Lucir bellos con cuerpos esculturales es la propuesta, así que ser efectivos en
defensa personal o en combate competitivo se dejan a un lado y sus practicantes
solo repiten los movimientos sin perfeccionarlos por que lo que importa es “quemar
grasa y sacar músculos para dar forma al cuerpo”. Un estudiante mío una vez fue
a una práctica de kick boxing de gimnasio y lo primero fue “corregirle” la
postura diciéndole que debe sacar la nalga, sacándolo de la postura estable y
alineada que le he enseñado.