sábado, 6 de junio de 2020

Superando la “toxicidad” con Aikido


No juzgar puede significar no aferrarse a los inevitables juicios de valor que la mente crea
─ Daniel Siegel

Hace rato me llama la atención el verbo to be de la lengua inglesa, porque traducido al español significa ser o estar. Es decir su sentido es ambiguo en tanto que ser hacer referencia a una cualidad de la personalidad y el estar a una situación puntual momentánea, o sea, si digo en inglés “i’m sad”, puedo interpretarlo como soy triste o estoy triste. En español la diferencia es clara, “soy triste” dice que mi personalidad tiende a ser melancólica, etc., pero el estoy triste se interpreta que en este momento me siento triste y tal vez luego se me pase y la emoción cambie a alegre. El ser da la impresión que ese cambio no puede ser posible, el estar es pasajero. Y es que ser o estar no es lo mismo al momento de juzgar y puede afectar al otro cuando se le califica por situaciones momentáneas, como por ejemplo, decir que alguien es “toxico” por un comportamiento errado del momento.

Por eso en el Aikido Verbal el modo que usamos el lenguaje es importante: No es lo mismo decir soy “toxico” a estoy “toxico”, juzgar por las acciones del momento aunque sean repetitivas es erróneo. El fundador del Aikido solía insistir en que cada técnica es única, irrepetible, por lo que estudiar Aikido por la imitación y copia de las técnicas no es adecuado, Aikido se debe estudiar por aplicación de sus principios básicos y debe haber una comprensión profunda de ellos. Igual en el Aikido verbal se debe comprender esos principios del lenguaje, y como usarlos, y lo primero es reconocer la propia “toxicidad”, del cómo hacemos juicios de valor constantemente de nuestros compañeros, del vecino, de los miembros de la familia y guiamos nuestras relaciones a partir de esas opiniones sin hacer una valoración y escrutinio real.

Es cierto, es inevitable hacer juicios de valor de los demás y de uno mismo, somos seres del lenguaje, con él construimos nuestro propio mundo, lo comprendemos y nos expresamos, no podemos existir fuera del lenguaje y debemos hacernos cargo de eso, debemos hacernos cargo de nuestros sentimientos, de nuestros pensamientos, de nuestras emociones, de nuestra vida, de cómo nos afecta el trato y contrato con el otro, con el compañero, la familia. Debemos comprender el poder de las palabras, de cómo afecta nuestra vida y la de los demás, y sobre todo qué nos afecta desde adentro, es decir, no es lo que el otro me dice lo que me afecta, es lo que yo interpreto y entiendo eso que me dice lo que me afecta, es la propia “toxicidad” la que hace daño. Por eso cuando se domina la técnica de Aikido ya no hay rival, el compañero y el aikidoka somos uno, ya no nos aferramos a la idea de contienda, nos apoyamos en la construcción de una relación “nutritiva” que nos fortalece en cada encuentro.

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