lunes, 21 de mayo de 2012

ZANSHIN


Este es un término japonés para hacer referencia al estado de alerta y vigilancia, a la capacidad de percibir el peligro. Aunque no es tan claro esta interpretación, pues el zanshin va un poco más allá, es también como un “escudo protector” en tanto que le permite al artista marcial reaccionar con eficacia ante una amenaza y, en este sentido, se debe diferenciar del estrés, el cual es la reacción natural del organismo ante una amenaza real o imaginada y que algunos suelen llamar “zanshin negativo”  por ser vegetativo, biológico y compartido con todos los animales, pues la supervivencia depende de la adecuada reacción al peligro y que los seres vivos tienen de forma instintiva. La emoción del estrés es el temor y corresponde a una respuesta de huida o lucha ante la amenaza; y que en nuestra época parece injustificada en el mayor de los casos, pues casi siempre corresponde a situaciones que no son reales, hasta el punto de ser permanente, ya que al no tener claro el origen de la amenaza no se puede encontrar una respuesta adecuada para salvar el sentimiento de temor que embarga, ocasionando deterioro de la salud.
El zanshin como disponibilidad para reaccionar al peligro no puede estar encubierto por el miedo al peligro, como ocurre con el estrés, es más bien un estado de independencia en tanto que se sustrae del entorno y el sentimiento y este no ha de depender de la situación o del otro, se ha de tomar distancia emocional para mantener la calma. Para tal efecto, es necesario el entrenamiento concienzudo de la respiración, puede ser por medio de la práctica de las artes marciales, de la meditación u otros ejercicios que permitan el dominio del ritmo respiratorio como control del flujo emocional. Se debe tener cuidado de no confundir el control de la emoción con neutralizar el estado emocional que provoca los acontecimientos vitales, es decir, la disponibilidad que representa el zanshin es consecuente con la asertividad, con las respuestas adecuadas a los ataques que se recibe, es reconocer que el peligro provoca miedo para reconocer su surgimiento y no reaccionar de manera incontrolada llevado por el susto, sino percibir la situación y actuar en consecuencia y de manera objetiva.
El zanshin como escudo apunta a algo como una irradiación de poder que los grandes maestros inspiran de tal manera que neutraliza la agresión con su mera presencia, es algo indescriptible y a lo que todo artista marcial debe aspirar. Tal estado solo se logra con mucho entrenamiento orientado al conocimiento de sí mismo y al control de las técnicas de respiración.
Por eso aconsejo que para entrenar el zanshin observen constantemente su respiración al momento de ejecutar una técnica de aikido, de recibirla o al realizar cualquier ejercicio, incluso a cada instante de la vida cotidiana, darse cuenta del ritmo de la respiración al estar alegres, tristes, enojados, asustados, en cada emoción sentida. También recrear alguna situación en que se pudo mantener tranquilo y en calma mientras la situación circundante era caótica,  violenta o irritante, y si cree que no ha vivido tal, imagínela, hágala suya, reconózcase en ella,  siéntala, vívela, practíquela en cada oportunidad que tenga, y sobre todo recuerde, como dice Barbara Berckhan en su libro Aprender a Defenderse de los Ataques Verbales: “No se trata de reaccionar siempre de  forma  correcta.  Es  mucho  más  importante  que  no  nos  ataquemos  a nosotros mismos, que convivamos en armonía con nuestras imperfecciones”.  

¿Es el Aikido un arte marcial meramente defensivo?

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