martes, 30 de octubre de 2018

“Degradación” de las artes marciales


Las artes marciales, como su definición las considera, son artes de guerra concebidas para matar, aniquilar, humillar y vencer al enemigo. Sin embargo, el concepto de budo, que viene de la filosofía oriental, es muy diferente, en el sentido que da la idea de que esta es una disciplina para pacificar, es detener la lanza, es evitar la confrontación, es un concepto más cercano a la negociación, al comercio en tanto que busca la posibilidad de encontrar puntos de acuerdo y soluciones que beneficien a todos los implicados. Sin embargo, las cosas no son bonitas como las pintan, y cada persona da su interpretación a su amaño y su historia personal. Así que los samuráis no eran tan benévolos, leales y corteses como se pintan; tampoco el budo era aplicado tal como su concepción se dibuja, y Japón fue un territorio de guerreros feroces, por lo menos hasta que perdieron la segunda guerra mundial, donde con las dos bombas nucleares le abrieron los ojos y se dieron cuenta que podrían ser aniquilados. Desde entonces la filosofía pacifista se afincó en esas tierras.

Las artes marciales, el bushido pasaron a ser budo, caminos espirituales para mejorarse a sí mismo, para el crecimiento personal. También pasaron a ser deportes competitivos y de formación, con sus etiquetas y reglamentos que restringieron la ferocidad de las técnicas para dar paso a su aplicación pacifica y reduciendo el riesgo de hacer daño a los contendientes de un combate deportivo o a los compañeros de práctica.  De esta transformación, surge la discusión de la concepción de las artes marciales como budo o como deporte. Sobre todo, quienes consideran las artes marciales como budo miran con desdeño a los deportistas, considerando que el deporte resta efectividad y sentido al arte marcial, por engrandecer el ego del competidor, por alentar la competencia por encima de la cooperación, etc. Sin embargo, esto no es tan cierto, después de todo el deporte, tal como se concibe en los olímpicos, promueve los valores sociales y la competencia no es más que un juego. Realmente lo que “degrada” el deporte es que se han vuelto espectáculo de masas donde se enaltece al campeón, se le idolatra desconociendo que todos los competidores han entrenado y esforzado para participar, tanto y quizás más que el campeón, pero que las reglas del juego dictan que solo debe haber un ganador.

Sin embargo, la mayor “degradación” que puede tener un arte marcial es el volverse moda. La moda es lo opuesto a la tradición; la moda es lo novedoso mientras que la tradición es lo viejo, pero, sobre todo, la moda es la forma más visible engrandecer el ego y la vanidad. El fitness, es una forma de convertir en moda las artes marciales tradicionales. En este caso ya los ideales marciales de defensa personal, crecimiento personal, de ser un campeón entre otras se deja de lado, aquí lo que importa es el culto al cuerpo, al “bienestar”. Lucir bellos con cuerpos esculturales es la propuesta, así que ser efectivos en defensa personal o en combate competitivo se dejan a un lado y sus practicantes solo repiten los movimientos sin perfeccionarlos por que lo que importa es “quemar grasa y sacar músculos para dar forma al cuerpo”. Un estudiante mío una vez fue a una práctica de kick boxing de gimnasio y lo primero fue “corregirle” la postura diciéndole que debe sacar la nalga, sacándolo de la postura estable y alineada que le he enseñado. 



Debo aclarar que he puesto la palabra “degradar” entre comillas para resaltar que no existe tal degradación de las artes marciales en tanto que simplemente las cosas cambian. Antiguamente, el combate cuerpo a cuerpo era la única manera de librar una guerra. Los guerreros luchaban en el campo de batalla con las armas que disponían: lanzas, espadas, palos, arcos. Pero la tecnología armamentista ha vuelto obsoleto al arte marcial, de nada le sirvió al japonés saber artes marciales ante dos bombas atómicas, y por supuesto, después de dos siglos de aislamiento que tuvieron se vieron forzados a abrir sus fronteras cuando los europeos llegaron con sus armas avanzadas superando a los samuráis de la época, así que las artes marciales se tuvieron que reinventar en actividades deportivas, disciplinas espirituales entre otras. Hoy día, las artes marciales existen a pulso de sus practicantes, sus maestros que deben idear maneras de sobrevivir, deben encontrar maneras de atraer clientes antes que conseguir alumnos y ofrecer una gran gama de ofertas según el perfil de los clientes que quiere atraer. Los ideales de las personas sobre el arte marcial son muy variados, los estudiantes llegan a un club o dojo con expectativas conscientes o inconscientes que un maestro debe atender y entender. La gran mayoría busca un modo de entretenimiento, distracción para relajarse después del trabajo, también buscan un grupo social con quien compartir intereses comunes. No importa realmente cual es el propósito con que un estudiante llega a un dojo, es posible que se sienta incluido y aceptado y continúe su práctica por años, tal vez lo haga pocos días. Lo cierto es que los clubes ofrecen una gran variedad de propuestas que una persona debería explorar antes de ingresar a uno de ellos.


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