viernes, 1 de abril de 2011

AIKIDO PURO Y NATURAL





El concepto aiki es un concepto bastante vago y difícil de comprender, sobre todo cuando el término es extraído de la filosofía y transpolado al arte marcial. El concepto aiki es un concepto ideológico puesto en un medio físico que hace que practicar Aikido sea difícil de lograr en la magnitud que implica el término. Es decir por ejemplo, taekwondo en la aseveración del término (la vía del golpe y la patada) es fácil asimilarlo como arte marcial, pues señala que es un arte que se especializa en golpear. Pero cuando el arte se especializa en armonizarse con el oponente no es clara su postura como arte marcial.

Antes de continuar con el pensamiento que aquí se presenta, es bueno tener en cuenta las implicaciones que acarrea ciertos términos que circundan el tema, y es con respecto a conceptos de budo y arte marcial que son asimilados en nuestro medio como similares, aunque no lo son, pues hay profundas connotaciones en los términos que los diferencia. Pues el arte de la guerra señala las habilidades que el guerrero debe tener, mientras que budo (la vía del guerrero) apunta al espíritu que debe cultivar el guerrero, esa es la vía que apunta el do. Por eso, el samurai más allá de sus habilidades técnicas, es el código de honor lo que lo convierte en un guerrero, diferente al soldado. Después de todo, los guerreros de todo el mundo han desarrollado sus habilidades técnicas para el combate, y eso de atribuirles únicamente a las orientales habilidades en artes marciales es un error conceptual. Sin embargo hay algo especial en el estilo de combate de origen oriental que lo hace distinto al resto de artes guerreras, y es precisamente que es una vía para el mejoramiento espiritual, por lo que la perfección de la kata, es decir que la forma esta por encima de la efectividad. Teniendo en cuenta que, la actual práctica de las artes marciales no esta dirigido al desarrollo de las habilidades combativas del guerrero ― ya que el combate cuerpo a cuerpo no  es razonable con los actuales armamentos que poseen los ejércitos ― sino que esta dirigido al deporte y al cultivo de la personalidad, la efectividad del arte no se encuentra en vencer al contrincante sino en la belleza estética del combate, en marcar puntos o mostrar la habilidad adquirida en exhibiciones o el teatro.

Sí, los conceptos orientales no tienen equivalentes en las lenguas occidentales, y es por eso que se debe mirar con cuidado la vía del aiki, para no caer en errores de perspectiva como el de considerar el Aikido como deporte de competencia, arte de guerra o cualquier otra actividad física, porque el do oriental implica una vía espiritual de superación y crecimiento continuo que nunca termina. El crecimiento espiritual nunca se acaba, es continuo y exige entrega. De tal manera que el Aikido es una vía espiritual, una alternativa que ofrece con su práctica una posibilidad de crecer. Y hay que entenderlo así porque para oriente cuerpo y alma no son entidades separadas y diferentes como lo entiende occidente. Cuerpo y alma son uno, y se debe fortalecer ambos con la disciplina y la constancia. Eso implica el entrenamiento: entrega y búsqueda del crecimiento espiritual por medio del trabajo físico de adquirir destrezas y habilidades propias de un guerrero, que respeta y honra a su compañero como guía  en ese camino de descubrimiento del sí mismo.

El Aikido es un camino de búsqueda interior que se realiza en el bullicioso mundo de la actividad física compartida con otros, es decir, no se puede separar del tormentoso mundo social, a diferencia de otras prácticas de búsqueda interior como el yoga o el zen. El Aikido se vive en medio del compartir experiencias al interior del dojo y con la idea de adquirir destrezas marciales, y para ello necesita de los compañeros y del maestro que lo guían en ese viaje. Porque la armonía solo se logra al compartir los ejercicios con el otro, fluir en la práctica con el compañero procurando comprender el movimiento de la energía en esa danza, comprender porque hay que caer, cuándo y cómo; así como cuando salir, esquivar un ataque o ejecutar una técnica.

Así pues, el Aikido señala la posibilidad de la armonía con el contrincante como formula para vencer, o mejor dicho para convencer, o lo que es lo mismo como método  de negociación efectiva. Es decir, el Aikido va más allá del ejercicio de aplicar unas técnicas marciales dentro de un dojo, además enseña redirigir los ataques en procura de llegar a un acuerdo que beneficie a ambas personas implicadas en la negociación de un conflicto. Porque no hay a quien vencer cuando ambos practicantes son personas que merecen respeto y van camino a su crecimiento personal con el entrenamiento. Eso es algo que se debe proyectar a la vida del aikidoka como consecuencia de la conciencia moral que el Aikido enseña con su práctica, la identificación con la humanidad como parte integral de sí mismo, por lo que la persona se hace responsable de la humanidad, del compañero de sí y comprende esa participación en la evolución del universo.

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